
1.990
Había una vez, un hombre que reía,
y en su cara la sombra de la dicha se asomaba,
y en sus ojos, oculto por lo rojo de la boca,
clamaba una llama dorada que
muda, y ardiente como marca, en su almohada
muda, y ardiente como marca, en su almohada
amaba la luz del sol.
Y era ese hombre que no ríe,
la sombra alada que roba su celaje al alba,
siempre que el hombre ríe
el viento calla,la noche pena,
y el mundo gira,
PERO RIE, RIE, Y AMA