Ya que has sido mi rosa encarnada
... valiente,
ya que fuiste la espuela de plata
que animó mi amargura, de siempre
ángel bueno en mi sombra, simiente
en mi cuerpo de arena apagada,
y sé siempre ... la espada
que airosa me lleve al destino,
y dame ese impulso divino
... que me aliente.